Rock

(Post 21. 15/08/2010. La Paz, Bolivia)
Faustina, viuda de don José, lleva un 12 rosado pintado sobre una cartulina verde en su chaqueta de los domingos, esa que sólo se pone para ir a misa. Don Francisco, ataviado con un chaleco negro y sombrerito del mismo color, la mira con sus ojos vidriosos, esos que sólo se consiguen después de mucho vivido.
Faustina habla con una chica joven, que la anima a ponerse en su puesto. Ella asiente, con una sonrisa de dientes artificiales; se coloca y alza los brazos hacia arriba, y los baja para ponerlos hacia su derecha. Don Francisco, por su parte, saca sus manos de los bolsillos de su pantalón de pana, seguramente los más elegantes que tiene porque el calor no pide llevarlos, y las deja colgando.
Faustina espera que Bill Haley entone las primeras palabras de su Rock around the clock -one, two, three o'clock, four o'clock rock-, y poseída por la música, se empieza a mover. Don Francisco hace lo propio, y sus manos se separan, de forma casi demente, de su cuerpo, para acompañar el ritmo.  Five, six, seven o'clock, eight o'clock, rock. 
Faustina, más entregada, se empeña en dar vueltas alrededor de su acompañante. Don Francisco se deja hacer. Nine, ten, eleven o'clock, twelve o'clock, rock.
Faustina extiende su brazo derecho para que sea agarrado con fuerza varonil. Don Francisco responde a la propuesta: la agarra, la gira, la voltea. Faustina no se cansa, sigue enloquecida por la música. We're gonna rock around the clock tonight. Se abrazan, se separan, chocan sus hombros -primero el izquierdo, después el derecho.
Termina la canción, se abrazan efusivamente, exhaustos, pero recordando a sus parejas fallecidas, a quienes tanto amaron. 
Faustina se acerca a la joven que le indicó dónde se tenía que colocar, quien la besa y le entrega un jugo que le va a ayudar a reponerse después de casi dos minutos de rock'n'rollear. Don Francisco saluda al respetable público, que aplaude a rabiar con una sonrisa inocente y cómplice. Va a buscar a Faustina, viuda de don José, pone el brazo como asa para que ella se apoye hasta llegar a su asiento.
Faustina y don Francisco se sientan en sus sillas de plástica, puestas ordenadamente en el centro del carril de bajada de El Prado de La Paz, rodeando la improvisada sala de baile que acoje el concurso de baile moderno para adulto mayor.

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